En esta entrada me gustaría hacer una breve introducción a un tema que, muy a nuestro pesar, cada día gana más peso en el mundo del deporte, sin salvarse casi ninguna disciplina: el dopaje.
Antes de nada, debemos establecer una breve definición sobre lo que es el dopaje dentro del mundo deportivo.
Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, el término “dopaje” se refiere a toda medida que pretende modificar, de un modo no fisiológico, la capacidad de rendimiento mental o físico de un deportista, así como eliminar, sin justificación médica, una enfermedad o lesión, con la finalidad de poder participar en una competición deportiva. Desde el punto de vista legal, consiste en el uso de sustancias prohibidas, incluidas en listas farmacológicas publicadas por cada país y por cada organización deportiva que intentan englobar estas sustancias.
En la alta competición, lo importante no es el bienestar que resulta del deporte, lo realmente importante es ganar a cualquier precio. Por esto mismo, no son pocos los deportistas (una minoría, desde luego) que buscar ganar un plus mediante la trampa ilegal del dopaje.
Principalmente son dos las disciplinas deportivas en las que más casos de dopaje se han dado; el ciclismo y el atletismo. En el mundo del ciclismo, recientemente ha tenido un gran eco a nivel internacional la “Operación Puerto”, una operación que desarticuló en 2009 una red de dopaje liderada por el controvertido doctor Eufemiano Fuentes. Muchos han sido los ciclistas vinculados, variando el grado, a esta Operación. En el atletismo, difícil es encontrar en Olimpiadas, Mundiales o Europeos en los últimos 20 años una competición que no esté salpicada por sospechas o condenas por dopaje. Uno de los casos más citados al hablar del dopaje dentro del atletismo es el del canadiense Ben Johnson, positivo en Seúl 1988 y sancionado dos años, cuando regresó, volvió a dar positivo, terminando excluido de por vida de las competiciones deportivas.
En el caso concreto de España, no sería la primera vez que se recibirían críticas internacionales por una Ley Antidopaje que para muchos defiende al dopado o como mínimo, no le aplica el castigo que merece. Esta supuesta falta de contundencia de la Ley Antidopaje es una de las razones, para muchos, de que España (Madrid concretamente) no haya logrado organizar los Juegos Olímpicos de 2012 o 2016.
Es una lástima que por el mal hacer de una minoría, un deporte entero se manche y pierda credibilidad, principalmente en los casos antes mencionados del ciclismo y el atletismo. Se ha llegado al extremo de considerar algo normal que una competición (Tour de Francia, Juegos Olímpicos…) aparezcan casos de dopaje, y eso es algo que no debemos permitir. El deporte ha de ser limpio y trasparente, que los que ganen sean los que mejor se preparen y no los que más acceso a medicamentos ilegales tengan. Para esto es importante establecer una conciencia social desde niños a favor de un deporte limpio y sano, pero también es necesario que organismos, como por ejemplo la Federación Española de Atletismo, den un paso al frente y eleven la voz contra el dopaje.
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